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DOCTORA: VIVIANE BRUNET
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dijo que había recibido casi 10.000 informes de eventos adversos hasta el 31 de julio.
De ellos, 400 fueron clasificados como graves.
Más de 4,2 millones de singapurenses han recibido ya dos dosis de la vacuna contra el coronavirus, de una población total de 5,7 millones.
Esto lo convierte en el país con la mayor cobertura de vacunación de Asia. En Singapur las vacunas eran totalmente prescindibles, porque no ha habido pandemia, como en los demás países asiáticos.
Aún, admitiendo las cifras, oficiales, registró 44 muertes relacionadas con el coronavirus, una de las tasas de mortalidad más bajas del mundo.
Comparta este Articulo en redes sociales2.- Las vacunas contra el coronavirus destruyen el sistema inmune:
Su sistema inmunitario se deteriora aproximadamente un 5 por ciento por semana (entre el 2,7 por ciento y el 8,7 por ciento).
Si esto sigue así, las personas de 30 a 50 años tendrán un deterioro del sistema inmunitario del 100 por ciento.
No les quedarán defensas para Navidad, y las personas de más de 30 años vacunadas doblemente habrán perdido su sistema inmunitario para marzo del año que viene.
Los gráficos de PHE, separados por 4 semanas, muestran claramente el daño progresivo que las vacunas están causando en la respuesta del sistema inmunitario.
Las personas de entre 40 y 69 años ya han perdido el 40 por ciento de la capacidad de su sistema inmunitario y esto avanza a un ritmo del 3,3 por ciento al 6,4 por ciento por semana.
La disminución semanal del rendimiento del sistema inmunitario se duplica en las personas vacunadas en comparación con las no vacunadas.
Cualquier persona de más de 30 años habrá perdido el 100 por ciento de su capacidad inmunitaria (contra los virus y ciertos cánceres) en 6 meses.
Los que tienen entre 30 y 50 años lo habrán perdido por completo en Navidad.
Como consecuencia de ello, las vacunas de refuerzo y la terceras y cuartas dosis se justifican en casos de inmunosupresión.
Es la pescadilla que se muerde la cola: las terceras dosis se inyectan como consecuencia de las dos anteriores. Naturalmente, las dosis de refuerzo deterioran aún más rápidamente el sistema inmune.
VER EN PDF, Informe Nº36.
VER EN PDF, Informe Nº40.
Comparta este Articulo en redes sociales3.- ¿Consentimiento informado para recibir la vacuna covid?:
El consentimiento, que debe obtenerse después de que el paciente reciba una información adecuada, se hará por escrito en los supuestos previstos en la Ley”.
Hay serias dudas sobre si la gestión de la pandemia por parte de los poderes públicos, centrada en la propagación del miedo y el ejercicio sistemático de la censura de personalidades científicas discrepantes con la información oficial, ha obedecido al objetivo de proteger a la población del Covid 19.
Ahora bien, la forma en la que se está procediendo a la vacunación masiva, en la que no existe nada parecido al consentimiento informado, hace que los interrogantes alcancen aún mayores proporciones. La primera información que se debiera proporcionar es que todas las vacunas Covid están en fase de experimentación y que aún no han recibido la autorización definitiva.
El hecho de que las vacunas Covid estén en situación de autorización condicional por la Agencia Europea del Medicamento (EMA), es decir, una autorización provisional por no haber culminado los ensayos clínicos referidos, debería requerir consentimiento informado por escrito, al encontrarse aún en fase de investigación y por comportar riesgo adicional para la salud del paciente.
De lo que no cabe la menor duda es que en el caso de las vacunas Covid es de plena aplicación el requisito del consentimiento, en todo caso verbal, pero precedido obligatoriamente de la información veraz acerca de los posibles efectos adversos.
El marco legal tampoco ofrece dudas acerca de quién debe proporcionar esa información y recabar el consentimiento: el personal médico, obviamente con carácter previo a recibir la inoculación.
Así mismo, el personal sanitario no médico debe facilitar esa información sobre los efectos adversos, a su nivel, en el momento de la aplicación del tratamiento, de forma que quien lo recibe pueda detectarlos y recibir, en su caso, la atención sanitaria correspondiente. Si el consentimiento informado (que implica, insisto, información sobre posibles efectos adversos por parte de la médica o médico, y valorar así las ventajas y los riesgos) es esencial para que una persona pueda adoptar libremente una decisión, se puede afirmar que para las vacunas Covid en la inmensa mayoría de los casos el “consentimiento” se produce en ausencia, prácticamente absoluta, de información.
Con carácter general, la única pregunta que realiza el personal sanitario en el momento de la inyección, por supuesto sin consultar la historia clínica de la persona, es si se padecen alergias graves. No se pregunta, en la mayor parte de los casos, si la persona ha padecido covid, como tampoco se pregunta a las mujeres en edad fértil si están embarazadas, lactando o si están tomando anticonceptivos, a pesar de que los efectos adversos, sobre todo de naturaleza cardio-vascular, son significativamente mayores en mujeres jóvenes. En muchos casos, la vacunación se hace fuera del Centro de Salud.
En Madrid se ha llegado a hacer en El Corte Inglés, el médico o la médica no aparecen en ningún momento y, cuando son preguntados en la consulta acerca de la oportunidad de la vacuna en el caso concreto de enfermedades o tratamientos concurrentes, la respuesta suele ser que no son responsables de la misma y que todo lo relacionado con la vacunación es asunto de las autoridades sanitarias.
Las consecuencias no se circunscriben sólo a la flagrante y masiva vulneración de derechos por parte de las administraciones sanitarias.
La exclusión de la figura del médico y la ignorancia del paciente acerca de los síntomas de posibles efectos adversos, reducen drásticamente la asociación de éstos con la vacuna, así como las posibilidades de comunicación efectiva de los mismos, tanto por parte del personal médico, como por la población.
A ello hay que añadir el hecho de que, en general, el propio personal sanitario no está recibiendo la formación adecuada para poder informar y detectar los efectos adversos.
En otro orden de cosas, la situación de colapso de la Atención Primaria – con listas de espera que muchas veces superan las dos semanas-, la generalización de la consulta telefónica y la enorme sobrecarga de trabajo de las y los profesionales, tienen como consecuencia que no se notifiquen los efectos adversos.
La falta de tiempo, información y recursos determinan la imposibilidad material de rellenar la documentación requerida para ello. La exclusión de la figura médica de todo el proceso de la vacunación Covid, así como la censura y las coacciones contra quienes no siguen el discurso oficial, ha sido denunciada recientemente por la Alianza Internacional de Médicos y Científicos Médicos en la Cumbre sobre el Covid celebrada el pasado mes de septiembre en Roma.
La Declaración adoptada en esta cumbre está siendo firmada por más de 12.000 profesionales de la medicina de todo el mundo, entre ellos varios premios Nobel.
Uno de sus apartados dice así: “los médicos deben defender su derecho a prescribir un tratamiento, observando el principio primero no hacer daño [...] Los derechos de los pacientes, tras estar completamente informados sobre los riesgos y beneficios de cada opción, deben ser restablecidos”.
La farmacovigilancia y la notificación de los efectos adversos Se considera que sólo el 1% de los efectos adversos son notificados, situación que en la actualidad se ve agravada, como indicaba anteriormente, tanto como consecuencia de la ignorancia de las personas vacunadas acerca de los síntomas de los posibles efectos adversos relacionados con la vacuna, como por la sobrecarga de trabajo en Atención Primaria. La Directiva Europea que regula la farmacovigilancia determina la obligación que tienen las empresas farmacéuticas de establecer, para medicamentos ya registrados y autorizados, un sistema de información “que debe estar permanentemente disponible para su inspección.
Las autoridades competentes deben comprometerse a supervisar dichos sistemas de farmacovigilancia”.
La Directiva justifica la “importancia para la salud pública de complementar la información disponible en el momento de la autorización con información adicional acerca de la seguridad y, en determinados casos, acerca de la eficacia de los medicamentos autorizados”.
Si estas medidas se adoptan para los fármacos que ya han completado los ensayos clínicos requeridos para su registro definitivo, es lógico pensar que para aquéllos que sólo han recibido la “autorización condicional” – porque la demostración de su seguridad y eficacia está pendiente – deban informar periódicamente a las autoridades sanitarias de la marcha de sus estudios de “gestión de riesgos”.
La AEMPS (Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios) en su 8 Informe de Farmacovigilancia no hace referencia alguna a la información sobre efectos adversos recibida de las empresas comercializadoras, quienes en el apartado correspondiente se limitan a desglosar las reacciones atribuidas a cada una, provenientes de la notificación del personal sanitario o de la población.
La respuesta de las empresas farmacéuticas, ante requerimientos realizados ha sido que se comprometen a informar acerca de los efectos adversos... dentro de dos años. Recuerdo que, según el acuerdo alcanzado por la UE con las farmacéuticas en agosto de 2020, serán los gobiernos los que indemnicen por los efectos adversos de las vacunas Covid.
Así mismo vale la pena traer a la memoria que la UE empezó a comprar millones de dosis de las vacunas sin haber finalizado los exiguos ensayos clínicos – de dos meses de duración – que demostraran su eficacia y seguridad. ¿Qué información contrastada hay disponible hasta el momento? La información publicada por la AEMPS sobre los efectos adversos notificados en España desde el 27 de diciembre de 2020, fecha en que comenzó la vacunación, hasta el 5 de septiembre de 2021, es pasmosamente exigua. Tiene una extensión de cinco páginas, incluyendo la portada, y no menciona ni hace análisis alguno de las circunstancias de los fallecimientos.
Por supuesto, tanto en este sitio web, como en el 8º Informe de Farmacovigilancia de la AEMPS, se indica que todas las vacunas han recibido “autorización condicional”.
En ningún lugar, incluido el de últimas noticias de la citada Agencia, se refleja la presunta autorización definitiva que habría recibido la vacuna de Pfizer por parte de la FDA, “noticia” que fue profusamente difundida en diferentes medios de comunicación y que no ha sido confirmada.
Reproduzco a continuación algunos datos que aparece en la página oficial de la AEMPS referente a la vacuna Comirnaty, comercializada por Pfizer-BioNTech (aunque existe una información semejante para cada una de las vacunas utilizadas en el Español, me referiré a ésta por ser la más utilizada):
Ante la pregunta de si la vacuna reduce la propagación del virus, Pfizer-BioNTech contesta: “Todavía se desconoce en qué medida las personas vacunadas podrían ser portadoras del virus y propagarlo”. A pesar de que se está vacunando indiscriminadamente a mujeres embarazadas y en periodo de lactancia, la citada empresa advierte: “La decisión de administrar la vacuna a mujeres embarazadas debe adoptarse previa consulta con un profesional sanitario y después de considerar los riesgos y beneficios”.
Describen los síntomas de los efectos adversos graves, como trombosis, miocarditis, enfermedades neurológicas, renales, etc., indicando que éstos deben ponerse en conocimiento de las personas vacunadas para que, en su caso, puedan recabar asistencia médica precoz.
La recomendación de Pfizer-BioNTech sobre las precauciones a adoptar para la dispensación de la vacuna es una cruel ironía: “Al igual que en todas las vacunas,Comirnaty debe administrarse bajo estrecha supervisión médica, con el tratamiento médico adecuado”.
Todo esto contradice frontalmente la propaganda “oficial” repetida por los medios de comunicación acerca de la seguridad y la eficacia de las vacunas, y que, a todas luces, requeriría de una información previa, “veraz y adecuada”, a las personas que van a recibirla.
La información técnica, incluida la de las propias farmacéuticas, queda sepultada en un sitio web de la AEMPS y del Ministerio de Sanidad, al que, obviamente, no accede fácilmente la inmensa mayoría de la población y cuya existencia no puede eximir a las autoridades sanitarias de la obligación informar al público en general (artículo 99 de la LAS y artículo 6 de la Ley de Autonomía del Paciente) y en concreto a la persona que va a ser vacunada, con carácter previo, y recabando explícitamente su consentimiento (artículos 3,4,5,6 y 8 de la Ley de Autonomía del Paciente). No solamente la información previa está absolutamente ausente, si no que las autoridades sanitarias y los “expertos” elegidos se encargan de crear un estado de opinión erigido sobre la minimización de los riesgos y la ocultación de efectos adversos. Sobre el hecho más grave, el fallecimiento de 300 personas, cifra sorprendentemente pequeña si se compara con la de otros países como se verá, la AEMPS no se refiere, ni en éste ni en anteriores Informes de Farmacovigilancia, ni a la causa de la muerte de las mismas, ni a su edad, ni al tiempo transcurrido desde la vacunación, ni se indica si había padecido o no la enfermedad, si concurrían otras circunstancias como embarazo o lactancia o si se ha realizado autopsia. Sólo, escuetamente, se dice que “estos acontecimientos no pueden considerarse relacionados con las vacunas por el mero hecho de notificarse” o las sonrojantes consideraciones de que “la vacuna no reduce las muertes por causas diferentes de la Covid” o que “durante la campaña de vacunación se siguen produciendo fallecimientos por otras causas”. Y eso es todo. El 8º Informe de la AEMPS, diez meses después de que se iniciara la vacunación, no avanza un milímetro en el análisis de esas 300 muertes, muchas de ellas, probablemente, acaecidas en personas previamente sanas.
El estudio de estas muertes es una responsabilidad directa del Ministerio de Sanidad ante quienes han fallecido y sus familias y ante los millones de personas que están siendo vacunadas indiscriminadamente.
El sistema europeo de farmacovigilancia, EUDRA2, es absolutamente opaco con respecto a la información sobre muertes producidas tras la vacunación.
Puede ser que tal situación tenga alguna relación con el hecho de que la actual directora de la Agencia Europea del Medicamento, Emer Cooke, elegida para el cargo en julio de 2020, en plena pandemia, haya trabajado como Gerente de Asuntos Científicos y de Regulación, en Bruselas, para la EFPIA (Asociación de la Industria Farmacéutica Europea), lobby del sector farmacéutico ante la UE.
No obstante, los datos publicados por fuentes fidedignas permiten, precisamente por la globalidad de la pandemia, y por la similitud de las vacunas utilizadas, extraer importantes conclusiones.
El Sistema de Notificación de Efectos Adversos, VAERS, de EE.UU. a pesar de sus insuficiencias, ha permitido establecer datos de suma importancia. En EE.UU. las vacunas contra el Covid han producido en los siete primeros meses de 2021 un 40% más de muertes que todas las otras vacunas existentes a lo largo de 31 años.
En el Reino Unido, el número de muertes debidas a la vacuna Covid en los primeros seis meses de vacunación ha sido 407% superior a las muertes totales por todas las demás vacunas en los últimos 11 años. En Inglaterra, con una población total de 56 millones, 30.305 personas murieron en los 21 días posteriores a haber recibido la vacuna en los seis primeros meses de 2021.
En Escocia, con una población total de 5,5 millones, 5.522 personas fallecieron en los 28 días posteriores a la vacunación. Este último periodo de cálculo es el mismo utilizado para atribuir al Covid 19 la causa de la muerte; es decir, si el fallecimiento se producía 28 días después de una prueba positiva, se contabilizaba como muerte por Covid.
Si nos fijamos en los datos de Inglaterra, ¿alguien en su sano juicio puede creer que pueda tener 30.305 fallecimientos por vacunas Covid, y España, con sólo 8 millones de habitantes menos, tenga sólo 300? ¿Cómo es posible que dos territorios con indicadores generales de salud, servicios, incidencia y vacunación similares puedan distar tanto en número de fallecimientos? Con el paso del tiempo, los exitosos datos iniciales acerca de la efectividad de las vacunas están siendo contestados en la práctica.
Los datos más llamativos son los procedentes del Estado de Israel, uno de los primeros países en vacunar por completo a su población.
Como puede verse en el cuadro reproducido, procedente de información gubernamental correspondiente a julio de este año, los casos de covid en población completamente vacunada es más de cinco veces superior a los casos de población no vacunada. Los argumentos de la industria farmacéutica a favor de una tercera dosis masiva para contrarrestar la disminución de la eficacia de las vacunas fueron desechados recientemente por el Comité Asesor de Vacunas de la FDA.
La vacunación masiva e indiscriminada, incluyendo a las personas que han padecido la enfermedad o han producido anticuerpos tras el contacto asintomático con el virus, está siendo seriamente cuestionada.
En primer lugar porque la inmunidad obtenida es más eficaz y duradera de la que proporciona la vacuna y a continuación porque el riesgo de padecer efectos adversos tras la vacunación es mayor en estas personas.
La vacunación en la infancia y la adolescencia carece de toda justificación.
Los datos disponibles en todos los países indican que el riesgo de padecer covid en la población más joven, y sobre todo la gravedad de la enfermedad, es muy inferior, casi despreciable, si no existen otras enfermedades concomitantes.
Es decir, la población más joven adquiere inmunidad natural con un riesgo mínimo de complicaciones.
Así mismo, en contra de lo que se ha transmitido para justificar la vacunación, en estos grupos de edad la capacidad de propagar el virus también es mucho menor que en adultos.
Por otra parte, como se ha demostrado, las personas vacunadas pueden contagiar el virus por lo que esperar que se produzca la “inmunidad de rebaño” es una ilusión. El riesgo de efectos adversos graves producidos por las vacunas con ARN-m es aún mayor en la población más joven.
Varios estudios realizados en EE.UU. a partir de datos oficiales de notificación (VAERS) indican que el riesgo de hospitalización por miocarditis en varones entre 12 y 17 años, sin enfermedades concomitantes, es entre 3,7 y 6,1 veces mayor tras la segunda dosis de vacuna que la hospitalización por Covid en este grupo de edad.
Estos hechos, comprobados en diferentes países, han llevado al Reino Unido a limitar la vacunación en la infancia y adolescencia a aquellas personas que pertenezcan a grupos de riesgo.
Otros países como Suecia, Finlandia y Dinamarca han suspendido la vacunación con Moderna en menores de 30 años. En España, sin información alguna sobre esos efectos adversos, las autoridades sanitarias, los medios de comunicación y las autoridades educativas han promovido la vacunación masiva en los mayores de 12 años llegándose incluso a situaciones violentas en los centros educativos y a amenazas de discriminación a alumnos y alumnas no vacunadas.
Algunas conclusiones En el caso de las vacunas covid, las autoridades sanitarias están incumpliendo de forma flagrante la legislación vigente que exige el consentimiento informado de toda persona antes de recibir cualquier tratamiento.
En un caso como éste, en el que el fármaco se encuentra en fase de ensayo clínico, con autorización sólo condicional, la inoculación requeriría, además, el consentimiento por escrito. Se está obviando el papel atribuido por la legislación vigente al personal médico como garante de la información previa acerca de los posibles efectos adversos de la vacunación y de requerir el consentimiento de quien la recibe. Como ya he indicado en artículos anteriores, la sociedad está siendo víctima de un conglomerado de intereses políticos, económicos y mediáticos que oculta de forma deliberada información científica contrastada e impide en la práctica el ejercicio de la soberanía y la autonomía sobre el propio cuerpo que, en teoría, está amparado por las propias leyes.
Los efectos adversos de las vacunas se van conociendo progresivamente, la lista se va ampliando, y son desconocidos a medio y largo plazo, por cuanto los ensayos cínicos que justificaron su aprobación condicional duraron apenas tres meses.
En el caso de la vacunación de la infancia y la adolescencia, promovida con carácter general en un grupo de población en el que los riesgos son mínimos, se están vulnerando principios éticos que no deberían ser tolerables.
Las consecuencias a corto plazo de esta barbaridad están siendo ya graves. Una pregunta final que nos concierne a todas las personas conscientes y responsables: ¿podemos seguir tolerando que los derechos a la información, a la autonomía y a la soberanía sobre nuestro cuerpo y nuestra salud estén siendo intervenidos por intereses de poder económico y mediático, que controlan el poder político, independientemente del color del gobierno?. No es fácil desentrañar las claves que explican lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Nunca lo ha sido. Para poder hacerlo, es preciso identificar los instrumentos ideológicos que aseguran la reproducción de las estructuras de poder. El fundamental es la construcción y difusión de un relato que aleja el foco de las causas reales, persiguiendo a quienes lo cuestionan, la instauración del miedo que lo perpetúa y, con frecuencia, la venta de artículos-fetiche que, al tiempo que refuerzan el discurso del poder, aportan suculentos beneficios. El procedimiento es muy antiguo, pero las formas se adaptan a los nuevos tiempos. Si antes eran las religiones las encargadas de imponer la ideología de la dominación, hoy el capitalismo utiliza el control mediático y el fetichismo tecnológico.
Siempre fueron pequeños grupos de personas los que iniciaron la resistencia frente al oscurantismo de la dominación, pero en ellos estaba y estará la esperanza de futuro de la humanidad.
Tema perteneciente a Angeles Maestro.
El diario Il Tempo ha analizado las estadísticas de mortalidad publicadas por el INS (PDF). Los datos ponen de manifiesto la diferencia entre la “muerte por covid“ y la “muerte con covid”. La mayoría de las muertes ocurridas durante los dos últimos años de restricciones y privaciones se debieron principalmente al estado previo de los pacientes tuvierean o no tuvieran covid.
Sólo el 2,9 por ciento de las muertes registradas desde finales de febrero de 2020 se cree que se deben al covid-19. De las 130.468 muertes registradas por las estadísticas oficiales en el momento de la elaboración del nuevo informe, sólo 3.783 se deberían al poder del propio virus.
Todos los demás italianos que murieron tenían entre una y cinco enfermedades que, según el SSI, les dejaban pocas esperanzas. Incluso el 67,7 por ciento habría tenido más de tres enfermedades contemporáneas juntas, y el 18 por ciento al menos dos juntas.
El 65,8 por ciento de los italianos fallecidos tras infectarse con covid tenían la presión arterial alta.
El 23,5 por ciento también sufría demencia, el 29,3 por ciento añadía la diabetes a sus dolencias, el 24,8 por ciento también tenía fibrilación auricular.
El 17,4 por ciento ya tenía los pulmones afectados.
El 16,3 por ciento había tenido cáncer en los últimos 5 años.
El 15,7 por ciento padecía insuficiencia cardíaca. Más de uno de cada diez era obeso.
Más de uno de cada diez había sufrido un ictus, y otros, aunque en menor proporción, tenían problemas hepáticos graves, diálisis y enfermedades autoinmunes.
Como la incidencia del covid en el total de fallecidos es inferior al 3 por ciento, “no se explica el alarmismo que ha llevado a una determinada línea política a impulsar con tanta insistencia la vacuna y las restricciones consideradas como prerrogativa para salir de la emergencia sanitaria”, comenta el diario Il Giornale d’Italia (PDF).
Las cifras no justifican el confinamiento, ni las restricciones, ni la campaña de vacunación, ni la obligatoriedad del pasaporte sanitario.
El ISS no había publicado ninguna actualización desde julio y los últimos acontecimientos sugieren el motivo. Justificar casi 24 meses de restricciones y un impulso draconiano hacia la exigencia de vacunas con un 2,9 por ciento es vergonzoso, dice el periódico.
“Es precisamente en el alarmismo sobre las muertes, y no sólo sobre los contagios, en lo que se han basado las autoridades para tomar decisiones que, en ocasiones, han llevado a la privación de la libertad individual”, añade. Muchas de ellas siguen vigentes hoy en día.
“Si la situación parece así menos alarmante de lo que a veces se describe, ¿cómo se pueden justificar las restricciones aún vigentes?”, se pregunta el periódico. “Para decirlo como Shakespeare, en muchos casos, en detrimento de la libertad de muchos, y contando con el destino (aunque trágico) de unos pocos, se ha hecho mucho ruido y pocas nueces”.
Como venimos diciendo aquí desde el comienzo de la pandemia, los toques de queda y las restricciones no se justifican con ningún dato sanitario. Son medidas políticas, económicas y sociales exclusivamente.
Comparta este articulo:Hasta ahora la suspensión de dicha vacuna era temporal y debía terminar el 1 de diciembre.
Finlandia, Islandia y Dinamarca han adoptado medidas similares. Noruega aconseja a los hombres menores de 30 años que no se vacunen con Moderna.
La prohibición sigue a la que ya se impuso hace meses a la vacuna de AstraZeneca por sus graves efectos adversos.
Durante meses la vacuna de Moderna ha estado bajo escrutinio debido a los datos que muestran que los hombres jóvenes que la reciben tienen un mayor riesgo de miocarditis, una inflamación del músculo cardíaco, y pericarditis, una inflamación del saco que rodea el corazón.
El Instituto sueco de Salud Pública dijo que los datos no publicados que relacionan la vacuna Moderna con los dos problemas de salud significan que existe “un mayor riesgo de efectos secundarios como la inflamación del músculo cardíaco o del pericardio”.
Sin embargo, los datos no se han hecho públicos.
En respuesta a las preocupaciones sobre la vacuna de Pfizer, en su declaración de concesión de la aprobación, la FDA había dicho que “los datos demuestran un aumento de los riesgos, en particular dentro de los siete días de la segunda dosis”.
“El riesgo observado es mayor en los hombres menores de 40 años que en las mujeres y los hombres mayores. El riesgo observado es mayor en los varones de entre 12 y 17 años”, dijo la FDA.
La agencia señaló que “algunos individuos requieren apoyo de cuidados intensivos” y que aún no se dispone de información a largo plazo sobre los riesgos
Comparta este articulo:El viernes el canciller austrico, Alexander Schallenberg, y el ministro de Sanidad, Wolfgang Mückstein, anunciaron nuevas restricciones sanitarias, que se impondrán en cinco niveles.
No habrá un nuevo confinamiento a escala general para toda la población, como en otoño del año pasado, pero sí medidas más estrictas para las personas no vacunadas.
Schallenberg, del Partido Popular Austriaco, lo explicó con una falsedad característica: “Debe quedar claro para todas las personas no vacunadas que no sólo son responsables de su propia salud, sino también de la de sus semejantes.
El sistema sanitario está sobrecargado, porque todavía hay demasiados indecisos y procrastinadores que no quieren vacunarse”.
A partir del nivel tres, cuando la tasa de ocupación de las unidades de cuidados intensivos supere el 20 por ciento (400 camas), la prueba de antígenos pierde su validez en toda Austria. Eso significa que sólo podrán viajar a cualquier lugar las personas que se hayan vacunado, las que se hayan recuperado o las que tengan la prueba PCR en vigor.
La novedad desde el viernes es que esta medida entra en vigor inmediatamente, cuando se supera el valor límite.
La cuarta fase del plan entrará en vigor cuando la tasa de ocupación sea del 25 por ciento o se ocupen 500 camas de cuidados intensivos.
Las personas no vacunadas tendrán prohibida la entrada a restaurantes, hoteles, eventos, instituciones culturales, instalaciones de ocio o eventos deportivos.
Esto también se aplica si se presenta una prueba negativa, ya sea una prueba de antígeno o una PCR.
La quinta etapa comienza cuando la ocupación de las unidades de cuidados intensivos supere las 600 camas (o el 30 por ciento). Esta etapa conlleva “restricciones de salida” para los no vacunados y el confinamiento conocido de las fases anteriores de la pandemia.
No se permitirán salidas en su vida privada a los que no se vacunen, salvo en casos excepcionales.
Sólo se les permite ir a hacer la compra a la tienda o de camino al trabajo.
Los niveles de alerta dependen, pues, de las camas existentes en los hospitales.
Basta que los recortes presupuestarios amplíen o reduzcan dicho número, para que los recalcitrantes queden en arresto domiciliario, como los delincuentes.
El filósofo Giorgio Agamben se ha consolidado, desde el primer confinamiento, como uno de los únicos verdaderos intelectuales europeos, en el sentido que el término tuvo desde la segunda mitad del siglo XIX hasta los años setenta.
Un filósofo no nace ni se forma en una torre de marfil, sino en medio de sus conciudadanos y en interacción con ellos; su conocimiento, su reflexión, no se desarrolla en las nubes, sino en el mundo de los hombres, y debe servir para dar cuenta de él y comprenderlo mejor.
A la inversa, un filósofo no es un mago, un profeta, que define lo bueno y dice lo correcto sobre la base de opciones subjetivas.
Si Agamben tomó partido en el asunto covid, fue como filósofo, basándose en los conceptos que había desarrollado en el curso de sus análisis, y en primer lugar el concepto de “nuda vida”.
Al principio fue Foucault y su concepto de “biopoder”: a partir del siglo XVIII, la evolución política no se dirigió (en contra de lo que proclamaba la Ilustración) hacia una mayor libertad, sino al contrario, hacia el totalitarismo; Armado con nuevos conocimientos y técnicas, el poder puede no sólo castigar en caso de transgresión (una operación rudimentaria), sino gobernar la vida entera de todos los sujetos, mediante un cúmulo, no de leyes, sino de simples directivas administrativas que enmarcan la menor de nuestras actividades (Tocqueville, que ya había hecho, ciertamente de forma menos sistemática, esta observación, hablaba, no de biopoder, sino de “monstruo blando”).
Pero el análisis foucaultiano sólo puso en cuestión el poder del Estado, y sus seguidores están ahora esencialmente en el campo liberal, y siguen la corriente políticamente correcta: entre ellos no se alza ninguna voz para defender nuestras libertades concretas.
Agamben, en cambio, analiza el verdadero poder, que es el del neoliberalismo, y hace oír su protesta contra un biopoder (poder sobre la vida) que ahora es sólo un tanatopoder (poder de la muerte): el objetivo de “hacer vivir”, justificación de toda la empresa totalitaria, es ahora sólo la máscara de “hacer morir” (no se puede evitar pensar en el poder nazi, que pasó del “espacio vital” -hacer vivir a los alemanes- a los campos de concentración y a la agresión contra la URSS -hacer morir a los no arios-).
El poder médico desempeña aquí un papel fundamental. Es cierto que la medicina ya era un brazo armado del poder a finales del siglo XVIII: permitía, de forma económica (sin “sacar los tanques a la calle“), disciplinar a la población medicalizando la vida, desde el nacimiento hasta la muerte. Pero lo inédito de la crisis de covid es que ejerció su función mediante la negativa a tratar (impuesta por el poder político), organizando así la mortalidad atribuida a covid. El poder pudo así operar en bucle, y de manera absoluta: apoyándose en el número de muertos así obtenido, propagó obsesivamente el miedo a morir, lo que llevó a la aceptación de todas las medidas liberticidas. El paralelismo con la mafia, que extorsiona imponiendo su protección contra los abusos que ella misma comete, es evidente. La política, en el sentido de los debates e intercambios de ideas sobre la mejor manera de resolver los problemas de una comunidad, ha desaparecido así, para ser sustituida por una única pregunta: ¿cómo evitar morir? La vida social, afectiva y cultural, todo lo que conforma el “bios”, ha desaparecido ante el imperativo de la “zoé”, la vida cruda, biológica, la “nuda vida” de Agamben.
Ahora, en el opúsculo de Agamben “Guerra Civil”, publicado en 2015, basado en dos seminarios celebrados en 2001, encontramos una alegoría, o una premonición exacta de la situación actual.
En la segunda parte del libro, Agamben examina el Leviatán de Hobbes a partir de su famoso frontispicio de 1651, que representa a un rey con una espada en una mano y un báculo de obispo en la otra, símbolos de los poderes temporal y espiritual, de pie sobre un paisaje de campo que rodea una gran ciudad. A Agamben le sorprende que esta ciudad (como el campo) esté vacía de habitantes. Pero si se observa con más detenimiento, se advierte que en la parte derecha de la ciudad (izquierda para el lector), la zona del poder político, hay guardias armados, y en la parte izquierda, la zona del poder religioso, hay dos figuras cerca de la catedral, que hay que examinar con una lupa para darse cuenta de que son dos “médicos de la peste”, reconocibles por sus máscaras de largos picos. (Puede sorprender que los médicos, que tratan el cuerpo, aparezcan del lado de las autoridades religiosas: una notable anticipación de nuestros tiempos, en los que la supervivencia del cuerpo ha sustituido a la del alma, y la figura del médico ha suplantado a la del sacerdote). El pueblo está, pues, ausente, representado sólo por las fuerzas que aseguran su sumisión al Poder.
¿Cómo no pensar en los dos ciclos que hemos vivido recientemente? Primero, en 2018-19, la revuelta de los Gilets Jaunes, sofocada por la policía, armada, en vez de con mosquetes, con eborgers y tiradores de mano de LBD; luego, en 2020-21, el terror covidiano, administrado por los medios de comunicación y los médicos de plató. Estos últimos han sustituido a los “generales de escena” de la Guerra del Golfo, ¿es esto un progreso? En 2003, fue necesaria la guerra para imponer un sistema de información totalitario en el que todos los medios de comunicación, todos los canales, escuchaban lo mismo; hoy, la censura puede imponerse sin ningún problema incluso en tiempos de paz. Pasar de los generales de etapa a los médicos de etapa es, por el contrario, una verdadera escalada de totalitarismo.
Así que este es nuestro “paisaje después de la batalla“: un régimen en el que la política y los ciudadanos han desaparecido; todo lo que queda es, en palabras de Agamben, una “multitud disuelta”, masas atomizadas y no organizadas (los partidos políticos ya no las representan), invisibles, de las que sólo quedan las máscaras (al igual que, del gato de Cheshire, sólo la sonrisa, o más bien la mueca). Sólo la policía puede moverse libremente, sólo los médicos del plató tienen derecho a hablar. Así, la democracia residual de los covid sólo se compone de los dos tipos de perros guardianes que vigilan al rebaño, que se reduce a ser objeto de represión u objeto de cuidado (o de rechazo de cuidado). Nuestro régimen alcanza así la ademia (ausencia de personas) que se describe en el frontispicio del Leviatán.
Esta situación no es realmente patológica, sino que entra en la lógica de la democracia burguesa: el pueblo sólo puede actuar a través de sus representantes, y en cuanto éstos son elegidos, desaparecen como súbditos y sólo tienen que obedecer. Pero hemos llegado al final de esta lógica: el pueblo, que no tiene ningún estatuto jurídico real, ya no está capacitado para elegir a sus representantes, que de hecho están cooptados: la llamada Asamblea Nacional ya no representa nada, y las elecciones presidenciales no son más que un teatro de marionetas cuyos hilos son movidos por los medios de comunicación para distraer a los pacientes potenciales que somos.
Lars von Trier fue un profeta cuando en 1994 hizo de su Gran Hospital, llamado el Reino, la alegoría de todo el país, o más bien de Europa. Será interesante ver qué nos depara la tercera temporada de la serie, prevista para 2022.
Fuente: legrandsoir.info
Al ahorcado no le mata el verdugo sino su propio peso, dice un viejo refrán.
Si además es uno mismo quien se pone la soga al cuello, es difícil que podamos acusar a terceros de ser los responsables de la muerte.
Las medidas terroristas impuestas por los diferentes Estados como consecuencia de la histeria no sólo cuentan con el aplauso de una parte importante de sus víctimas, sino que hay quien pide más y pone como ejemplo a China, donde el confinamiento ha sido muy estricto.
Como en China la epidemia ha remitido, queda demostrado que, en efecto, es una medida eficaz. Sin embargo, si observamos la imagen veremos un hospital de campaña instalado en Camp Brooks, Boston, en 1918 como consecuencia de otra epidemia mucho peor que ésta: la llamada “gripe española”, donde los médicos sacaron a los enfermos al aire libre para que tomaran el sol, es decir, todo lo contrario del confinamiento. La consecuencia que sigue al confinamiento es la detención, cuyo fundamento no es el delito sino la salud. El ministro de Justicia de Estados Unidos ya lo ha pedido al Congreso.
El encarcelamiento será indefinido, o bien hasta que se cure, o bien hasta que un médico diga que ya no es un “riesgo”, es decir, que la víctima sabe cuándo entra pero no cuándo sale (si es que sale alguna vez porque quizá no se cure nunca).
La actual mascarilla será sustituida por un distintivo que diferencie a los sanos de los apestados, que serán discriminados.
Desde luego que no podrán entrar en locales públicos porque son “personas de riesgo”, es decir, sospechosos de algo.
A fin de que no se mezclen, habrá locales para unos y para otros debidamente señalizados. En los autobuses los sanos se sentarán en un lugar debidamente habilitado y los demás en otro un poco alejado del anterior. Las fronteras se cerrarán para siempre, pero según y como ordene el Estado.
Por motivos de salud pública, para ciertos países apestados el turismo se ha acabado y con él ciertas líneas aéreas, ciertos hoteles, balnearios, turoperadores… La salud pública no permitirá que consumamos determinados productos que proceden de países sospechosos y consumiremos lo mismo, pero procedentes de países seguros, sanitariamente impecables, aunque tendremos que pagar un poco más, lo cual siempre es recomendable porque reunirán todas las garantías, que serán muy estrictas (con unos y no con otros). Ya han llegado los salvoconductos sanitarios, que antes estaban reservados sólo para los perros. Todos deberemos llevarlo encima, junto con nuestro DNI, el pasaporte, el abono de transporte y el de socios del Rayo Vallecano. En Italia los salvoconductos no los extiende un médico sino el Ministerio del Interior. A quienes la policía no les entregue dicha acreditación, les darán un carnet que los convertirá en un punto intermedio entre los ciudadanos de pleno derecho y los extranjeros. Quedan prohibidos los partidos políticos de riesgo, pero como todos somos iguales, a los apestados también les dejarán votar, aunque en colegios diferentes y en urnas diferentes.
Es más, el voto será obligatorio, pero sólo se podrán elegir a cargos sanos porque, para evitar el contagio, en el Congreso no se podrán juntar unos diputados con otros.
Las coaliciones de sanos y enfermos no serán posibles. El estado de sitio será permanente.
El ejército seguirá patrullando las calles por si acaso.
Aprovisionarán a la policía con drones intimidatorios dotados de altavoces para impartir órdenes a los vecinos, como en Niza. A su vez, aprovisionarán a los drones con lectores de código de barras, a los cuales habrá que mostrar la documentación.
En lo sucesivo las personas deberán guardar una distancia de seguridad unas de otras.
Por si acaso.
Es recomendable no hablar con nadie, no saludar a nadie, no abrazar a nadie y si encuentras pareja, lo primero que debes hacer es exigirle un certificado de sanidad para que no te contagie. Para que el miedo nunca salga del cuerpo, periódicamente el ejército desinfectará aparatosamente ciertos lugares públicos, de mucho tránsito, a plena del día, para que todo el mundo lo vea y no olvide que su vida está en riesgo si no toma las debidas precauciones.
(Nota: Se entiende que “tomar las debidas precauciones” consiste en hacer lo que los expertos digan que hagas)
La vacunación obligatoria impuesta los trabajadores de la aviación civil y pasajeros por el gobierno de Biden, que ha entrado en vigor hoy, amenaza con colapsar aún más el transporte de viajeros.
La tripulación de vuelo ya ha padecido numerosos fallecimientos a causa de las vacunas, por lo que casi la mitad del personal de la TSA (Administración de Seguridad del Transporte) aún no se ha vacunado.
Southwest, American y otras aerolíneas nacionales ya están teniendo que cancelar vuelos porque los pilotos y el personal rechazan las inyecciones. Las operaciones de transporte aéreo se verán aún más perturbadas de lo que ya están debido a la inminente escasez de personal.
A partir de hoy los trabajadores que se nieguen a vacunarse o a presentar una prueba de vacunación estarán sujetos a medidas disciplinarias, que pueden incluir el despido o la terminación del servicio federal, ha dicho Kiran Ahuja, director de la Oficina de Gestión de Personal.
A los contratistas federales también se les ha acabado el plazo para cumplir con el requisito de vacunación obligatoria del gobierno. American Airlines y Southwest Airlines, ambas contratistas federales, siguen luchando por mantener los aviones en el aire mientras el personal no vacunado se ve obligado a abandonar el trabajo.
El senador Roger Wicker de Missouri, miembro del Comité de Transporte, y el diputado John Katko de Nueva York, miembro del Comité de Seguridad Nacional, han dirigido una carta dirigida a David Pekoske, administrador de la TSA, para saber si hay planes de emergencia para garantizar la seguridad de los vuelos.
Los trabajadores sanitarios también están sometidos a la misma norma imperativa: o vacunación o despido.
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“¿Por qué en Papúa Nueva Guinea tienen pavor a las vacunas?”, se pregunta un columnista de El País (*).
Solo un 1,7 por ciento de los habitantes de esta región suroeste del Pacífico han recibido la pauta completa. Algunos responsables de la campaña de vacunación han sido amenazados de muerte y atacados porque los consideran parte de una “campaña de terror”.
La oposición frontal a las vacunas es algo característico de las colonias del Tercer Mundo, que tienen una amplia experiencia con todo tipo de fármacos que se han ensayado en sus cuerpos, con consecuencias drámáticas que los imperialistas y sus cómplices se cuidan muy bien de silenciar.
Los que siempre han sido esclavos saben apreciar muy bien el verdadero significado la libertad. En Benin el antiguo Secretario General de la Confederación Sindical de Trabajadores, Paul Esse Iko, se ha opuesto a los planes del gobierno para vacunar obligatoriamente a la población.
Ayer los dirigentes sindicales de Guadalupe se reunieron para anunciar una huelga general indefinida a partir del lunes contra la vacunación obligatoria y los pasaportes sanitarios.
La oposición generalizada a las vacunas amenaza con enviar a la calle a miles de trabajadores, a pesar de lo cual no aceptan vacunarse. Mañana empezarán a llegar las cartas de despido.
En la rueda de prensa, Maité Hubert M’Toumo, secretario general de la UGTG, lo dejó muy claro: “Desde septiembre, el Estado francés ha decidido reabrir las hostilidades [...] todos los médicos, las enfermeras pueden recibir una carta para prohibirles trabajar.
Esto significa que, a partir del lunes, el Estado francés, que hablaba de guerra, acaba de declararnos la guerra. La situación es catastrófica, miles de trabajadores están afectados y quieren despedirlos descaradamente, sin plazo de impugnación. No podemos aceptarlo, no es posible. El pueblo de Guadalupe está en peligro y desde el momento en que se declara la guerra, estamos obligados a responder. A partir del lunes, la guerra está declarada, nada funcionará, tenemos que organizarnos para que nada funcione: lunes, martes, miércoles, jueves... todos los días” “No tenemos elección, tenemos que estar juntos, todas las categorías socioprofesionales, todos los guadalupeños. A partir del lunes habrá dos bandos, el del Estado francés que ha decidido mancillarnos y el de todos los que se oponen a lo que quieren poner en marcha. Y el otro bando que quiere proteger el país para vivir en libertad. El presidente francés dijo que las vacunas son la libertad, por lo que la libertad está condicionada a una vacuna, una vacuna que no está controlada, una vacuna que genera efectos secundarios cada vez más graves. ¿Esto es libertad? No es posible. Así que a partir del lunes, ¡se declara la guerra!”
El mes pasado la intersindical de los trabajadores de Martinica ya inició una huelga general contra la vacunación obligatoria, que salió triunfante.
Fuente: elpais.com
La instituciones públicas de los países democráticos tienen un especial deber de transparencia, es decir, de poner a disposición de la población los documentos en los que se apoyan para tomar sus decisiones.
La transparencia debe ser especialmente rigurosa cuando se trata de la salud pública. Sin embargo, en Estados Unidos la FDA ha pedido a un juez federal que espere 55 años para divulgar la información en la que se basó para conceder la autorización de la vacuna contra el coronavirus de Pfizer. Quieren hacer esperar hasta 2076, lo cual es una de las muchas tomaduras de pelo que viene conociendo el mundo desde hace un par de años.
Inmediatamente después de la aprobación de la vacuna de Pfizer, más de 30 académicos, profesores y científicos de las universidades de Estados Unidos solicitaron la información presentada a la FDA por Pfizer para la aprobación de su vacuna.
Como la FDA no respondió, en septiembre un grupo de abogados presentó una demanda contra ella para exigir la documentación. A día de hoy, casi tres meses después de aprobar la vacuna de Pfizer, la FDA todavía no ha publicado ni una sola página.
En respuesta, hace dos días la FDA pidió a un juez federal que le diera de plazo hasta 2076 para presentar la información. El pretexto es que el expediente tiene más de 329.000 páginas de documentos y que sólo puede aportar 500 páginas al mes.
Comparen los lectores: desde que Pfizer solicitó la aprobación de su vacuna, 7 de mayo, hasta que la FDA la aprobó el 23 de agosto, transcurrieron 108 días. Por lo tanto, los funcionarios llevaron a cabo la revisión de miles de documentos en un tiempo récord. Es más fácil estudiar todos esos papeles que llevarlos al juzgado.
Es otro caso más de ocultación.
Los gobiernos quieren imponer la obligatoriedad de la vacunación a ciegas.
El gobierno de Dublín desveló el martes las nuevas restricciones sanitarias, en un momento en que muchos temen que el país se dirija a un confinamiento total antes de Navidad.
Las nuevas medidas entran en vigor hoy, aunque los funcionarios del gobierno han confirmado que al menos el 93 por ciento de toda la población irlandesa adulta está totalmente vacunada (1).
¿Para qué sirven las vacunas entonces?, ¿no eran las vacunas las que nos iban a librar del confinamiento?, ¿qué fue de la llamada “inmunidad de rebaño”?, ¿para que vacunar a la fuerza a todo el mundo? Irlanda es uno de los países más vacunados del mundo y, sin embargo, al igual que en Reino Unido, Israel y, más recientemente, Austria, las “infecciones” siguen aumentando.
Las nuevas restricciones, calificadas de semiconfinamiento, incluyen un toque de queda a medianoche en todo el país, nuevas directrices sobre el trabajo desde casa para animar a los que puedan hacerlo y una aplicación más estricta de los pasaportes existentes de vacunas, que ahora se exigirán por ley en cines y teatros.
A medida que se acercan las fiestas de Navidad, el toque de queda de medianoche es especialmente controvertido, ya que afectará de forma desproporcionada a pubs, restaurantes y locales de ocio.
Una organización del sector de los bares, la Vintners’ Federation of Ireland (VFI), que representa a unos 4.000 propietarios de bares irlandeses, dijo que “la noticia de la reintroducción de la restricción de los horarios de apertura es extremadamente decepcionante para los numerosos pubs y locales nocturnos, muchos de los cuales se verán ahora obligados a cerrar apenas tres semanas después de su reapertura”.
“La decisión de introducir un nuevo horario de cierre a medianoche supondrá el cierre efectivo de muchos pubs y locales nocturnos. También limitará gravemente otras salidas en el momento más crítico del año”, dice el comunicado (2).
Muchos han sobrevivido ya a más de un año de cierres forzosos intermitentes desde el comienzo de la pandemia, lo que ha minado el sector de la hostelería, que apenas está empezando a resurgir.
Como es habitual en muchos países, los funcionarios y “expertos” irlandeses culpan a los no vacunados, pero con una tasa de vacunación del 93 por ciento, hace ya mucho tiempo que se superó la llamada “inmunidad de rebaño”.
El hechos es que una población ultravacunada experimenta un aumento incontrolable de los “casos positivos”, pero la letanía de los políticos y “expertos” no ha cambiado nada: más restricciones, más vacunas.
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Desde el inicio de las restricciones Singapur ha visto una explosión de los artefactos utilizadas para vigilar a la población. Utilizan robots de patrulla, llamados “Xavier”, para vigilar a la población.
Los robots tienen cámaras que les permiten observar su entorno en 360 grados y ver en la oscuridad. Buscan a las personas que fuman, que infringen las restricciones sanitarias, que aparcan la moto de forma incorrecta o que venden mercancías en el “top manta”.
Desde una terminal, cómodamente senados, los policías los manejan a distancia y se pueden comunicar directamente con los infractores a través del robot (*). El sistema de análisis de vídeo está programado para reconocer la postura de una persona, el contorno de un cigarrillo en la boca y otras señales visuales.
El gobierno defiende el uso de sus robots alegando que los robots podrían ayudar a reducir el número de policías necesarios para patrullar las calles, es decir que se puede controlar a más vecinos con menos policías.
“La mano de obra se está reduciendo”, afirma Ong Ka Hing, técnico de la agencia gubernamental que desarrolló los robots. "Tenemos que abordar la falta de trabajadores ante el envejecimiento de la población”, añade.
Desde su despliegue, los incidentes se han multiplicado. Durante una patrulla reciente, uno de los robots entró en una zona residencial y se detuvo frente a un grupo de personas mayores que miraban una partida de ajedrez. “Por favor, mantengan una distancia de un metro y limítense a cinco personas por grupo”, advirtió una voz robótica, mientras una cámara indiscreta enfocaba a las personas detenidas.
Este incidente, aparentemente inocuo, está teniendo un gran impacto en la población. En Singapur tienen que tener más cuidado con lo que dicen y hacen que en otros países.
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Se produjeron incendios en varios lugares. Se lanzaron fuegos artificiales y la policía hizo varios disparos de advertencia, informó la policía de la ciudad holandesa en un comunicado, después de que se produjeran violentos disturbios tras las protestas contra el nuevo confinamiento.
“Hay heridos relacionados con los disparos”, reconoció la policía, que también utilizó cañones de agua para dispersar a los manifestantes.
La principal estación ferroviaria tuvo que cerrar.
Al menos un coche de policía fue incendiado y otros fueron dañados por los manifestantes. Los bomberos también fueron golpeados mientras apagaban el fuego. También se incendiaron varias instalaciones.
Holanda fue el primer país de Europa occidental en restablecer el confinamiento la semana pasada, con el gobierno anunciando al menos tres semanas de restricciones en restaurantes, tiendas y eventos deportivos.
Los manifestantes también se enfrentaron a la policía en La Haya el fin de semana pasado tras el anuncio del nuevo confinamiento.
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En varios lugares las manifestaciones se han celebrado, a pesar de las prohibiciones expresas, aprobadas con el pretexto de la pandemia.
La consigna de los obreros italianos de Trieste, “La gente como nosotros nunca se rinde”, se ha convertido en la consigna más coreada en las manifestaciones de las principales capitales europeas.
Como relatamos ayer, en Holanda, tras las cargas policiales, estallaron disturbios en las calles del centro de Rotterdam el viernes por la noche. La policía abrió fuego contra los manifestantes.
Hay siete personas heridas y 51 detenidos, aunque se espera que haya muchos más tras estudiar las grabaciones de las cámaras de seguridad.
Un testigo presencial -un fotógrafo de prensa- declaró a los medios locales que vio casquillos de bala “por todas partes en el suelo”. El partido político Leefbaar Rotterdam afirmó que la ciudad se había transformado en una “zona de guerra”.
Un día después, miles de personas se reunieron en Ámsterdam. El colectivo convocante, United We Stand Europe, había cancelado la manifestación porque “anoche se desató el infierno en Rotterdam”. Pero las personas se reunieron a pesar de todo y desfilaron pacíficamente por las calles de la ciudad, vigilados de cerca por la policía.
Un número similar de manifestantes desafiaron el toque de queda y desfilaron ayer por la ciudad de Breda, al sur de Holanda, cerca de la frontera con Bélgica, portando pancartas con lemas como “No al confinamiento”.
Los organizadores dijeron que se oponían a los planes del Primer Ministro Mark Rutte de excluir a los no vacunados de bares y restaurantes.
El gobierno holandés ha dicho que quiere introducir una ley que permita a las empresas restringir el sistema de pasaportes de vacunas sólo a las personas totalmente vacunadas o que se hayan recuperado del “covid”, lo que excluiría a las personas que den negativo en los tests.
Austria
Las violentas escenas de Rotterdam reflejaron la reacción de gran parte del continente a planes similares anunciados por Austria, Alemania, la República Checa y Eslovaquia, y se informa de que Italia y Grecia también están estudiando medidas para restringir los movimientos de las personas no vacunadas.
Anoche estalló la violencia en Viena cuando 10.000 manifestantes salieron a la calle para manifestarse contra el nuevo confinamiento y la vacunación obligatoria. La policía desplegó unos 1.300 efectivos, que utilizaron megáfonos para decir a los manifestantes que era necesario llevar mascarilla, a lo que hicieron caso omiso.
Cantando “¡Resistencia!” y haciendo sonar silbatos, los manifestantes empezaron a avanzar lentamente por la circunvalación interior de la ciudad. Muchos ondeaban banderas austriacas y llevaban pancartas en las que se burlaban de los dirigentes del gobierno, como el canciller Alexander Schallenberg y el ministro de Sanidad Wolfgang Mueckstein.
Algunos llevaban batas de médico; otros, sombreros de papel de aluminio. La mayoría de las pancartas se centraban en el recién anunciado mandato de vacunación: “Mi cuerpo, mi elección”, decía una. Otro decía: “Defendemos a nuestros hijos”.
A media tarde, la multitud había aumentado a unas 35.000 personas, según la policía, y marchaba por la carretera de circunvalación interior de Viena antes de volver a dirigirse al centro.
La policía fue fotografiada deteniendo a dos manifestantes. Un portavoz dijo que se habían producido 10 detenciones, por infracción de las restricciones sanitarias.
Los austriacos protestan contra el nuevo confinamiento y la vacunación obligatoria, que el gobierno dijo ayer que se pondría en marcha el 1 de febrero. El canciller austriaco, Alexander Schallenberg, dijo ayer que el país permanecerá confinado durante 10 días, después se reevaluará la situación y podría prolongarlo otros 10 días más.
La mayoría de los comercios cerrarán y se cancelarán los eventos culturales. Los ciudadanos sólo podrán salir de sus casas por determinadas razones, como comprar alimentos, ir al médico o hacer ejercicio.
Las vacunaciones en Austria se han estancado en una de las tasas más bajas de Europa Occidental, por debajo del 66 por ciento. “No hemos conseguido convencer a suficientes personas para que se vacunen”, dijo el canciller Alexander Schallenberg en una conferencia de prensa. “Duele que todavía haya que tomar estas medidas”, añadió el hipócrita.
Italia
En Italia 3.000 personas acudieron al Circo Máximo de Roma para protestar contra los pasaportes de vacunas exigidos en los lugares de trabajo, restaurantes, cines, teatros, centros deportivos y gimnasios, así como para viajar en tren, autobús o ferry de larga distancia, incluso dentro del país.
En Irlanda del Norte, varios centenares de personas que se oponen a los pasaportes vacunales protestaron ante el ayuntamiento de Belfast, donde el sábado se inauguró el mercado navideño de la ciudad, un mercado en el que se exigía una prueba de vacunación o un test negativo para entrar.
El gobierno de Irlanda del Norte votó esta semana la introducción de certificados de vacunación para la entrada en clubes nocturnos, bares y restaurantes a partir del 13 de diciembre.
En Zurich dos mil personas protestaron contra un próximo referéndum para la aprobación de la ley de restricciones pandémicas del gobierno.
En Croacia miles de personas se reunieron en la capital, Zagreb, portando pancartas contra la vacunación y las restricciones a las libertades y derechos fundamentales de las personas.
En el norte de Macedonia, cientos de manifestantes antivacunas se manifestaron el sábado por la tarde en el centro de Skopje contra las órdenes de las autoridades sanitarias para vacunar a la población a la fuerza.
La situación se puede reproducir en la República Checa y Eslovaquia. Este país de 5,5 millones de habitantes ha reforzado a principios de esta semana las restricciones a las personas que no se han vacunado.
Alemania
El gobierno alemán también ha introducido restricciones de movilidad a los no vacunados. Se les ha prohibido el acceso a los restaurantes.
El ministro de Sanidad, Jens Spahn, ha dicho que las vacunas por sí solas no reducirán el número de “casos”. Cuando le preguntaron si Alemania podía descartar un confinamiento total al estilo austriaco, Spahn dijo: “Ahora estamos en una situación -aunque esto produzca una alerta informativa- en la que no podemos descartar nada”. Estamos en una situación de emergencia nacional", dijo en una conferencia de prensa.
El gobierno alemán decidirá las nuevas restricciones sanitarias en función de que las tasas de hospitalización alcancen determinados umbrales, mientras que el viernes sus primeros estados -Sajonia y Baviera- cancelaron todos sus mercados navideños.
La capital del estado de Baviera, Múnich, se convirtió el martes en la primera gran ciudad alemana en cancelar su mercado navideño por segundo año consecutivo. Las cancelaciones de Sajonia significan que el famoso mercado navideño de Dresde también se cancela.
En Alemania se celebran cada año unos 2.500 mercadillos navideños, muy apreciados por los vecinos que acuden a saborear vino caliente y castañas asadas, y a comprar baratijas de temporada entre grupos de chalets de madera.
En la época anterior a la pandemia, atraían a unos 160 millones de visitantes nacionales e internacionales al año, que aportaban unos ingresos de entre 3.000 y 5.000 millones de euros.
En Francia, el presidente Emmanuel Macron ha dejado claro que cree que los altos niveles de vacunación deberían ser suficientes para evitar futuros confinamientos.
Gran Bretaña, con un mayor número de infecciones que la mayoría de los países de Europa, está poniendo en marcha terceras vacunas -o refuerzos- para compensar la disminución de la protección de las dos primeras y ayudar a mantener la economía abierta. También se esperan manifestaciones contra las medidas contra el virus en otros países europeos, lo último en el aumento de la ira por la reintroducción de las restricciones en medio del aumento de los casos en el continente.
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Recientemente un reportaje periodístico narraba una expedición en barco de la Cruz Roja por el Amazonas peruano para vacunar a una remota tribu que vive aislada. Cuando llegaron, los nativos no habían oído hablar nada sobre “covid”, virus, pandemias, ni contagios. Pero había que vacunarles, por lo civil o por lo militar, como dice Revilla.
La memoria es muy corta y pocos recuerdan las previsiones de los “expertos” para países como Afganistán, donde habían pronosticado que, en medio de la guerra, los “brotes” causarían estragos. No ha ocurrido nada de eso, a pesar de que nadie lleva mascarillas.
Lo que está diferenciado a esta pandemia de otras es que los experimentos los están llevando a cabo en los países del centro: Estados Unidos, Australia, Europa y poco más. En África todas las previsiones de millones de muertes y desastres sin nombre sólo han estado en la bola de cristal de la OMS. Sólo ha habido pandemia donde hay un sistema sanitario mínimo, es decir, médicos, sanitarios, equipos, fármacos...
Los demás se han librado de ella porque es una creación sacada de las cabezas de los “expertos” y promocionada a través de las revistas “científicas”.
Al principio de la pandemia, como la mayor parte de los hospitales no tenían PCR ni siquiera en los paises más avanzados, los “contagios” y “casos positivos” se detectaban mediante radiografías de tórax y algún síntoma, normalmente una neumonía o una infección bronquial. Lo mismo que con las mascarillas, para detectar más “brotes” hubo que instalar PCR y enseñar su manejo a algún sanitario con un breve manual que le enviaron por correo electrónico.
Lo llamaron “rastreo de contactos”, que es una especie de lotería. Cuantos más décimos compras, más posibilidades tienes de que te toque.
Si hacían muchas pruebas, aparecía una “ola” y si hacían pocos, la pandemia estaba remitiendo.
En África no ha habido “olas”. Ninguna. Durante meses los informes oficiales de la OMS han descrito al Continente Negro como “una de las regiones menos afectadas del mundo” por la pandemia. Es normal. Las muertes en África representan sólo el 3 por ciento del total mundial, según la OMS. En Nigeria, el país más poblado de África, el gobierno ha registrado hasta ahora casi 3.000 muertes entre sus 200 millones de habitantes. En Estados Unidos se registra un número similar de muertes cada dos o tres días.
En los países del Tercer Mundo no hay infraesructra sanitaria para detectar ni rastrear nada, así que los “casos positivos” se diagnostican a ojo de buen cubero. Para que haya “brotes” hay que llevar a una ONG benéfica que empiece a realizar pruebas y siempre encuentran algún resultado favorable. También se puede recurrir a países relativamente avanzados, como Sudáfrica o Egipto, donde los sistemas sanitarios aún son capaces de hacer ese tipo de diagnósticos.
A los países del centro, las mascarillas llegaron tarde pero a los periféricos no llegaron nunca, así que los “expertos” pronosticaron que los muertos se contarían por millones. Pero no ha ocurrido nada de eso, por lo que los “expertos” buscan explicaciones pintorescas, como que la población es joven, vive al aire libre...
A los países del Tercer Mundo les interesa que haya muchas epidemias y brotes de lo que sea, porque es un reclamo para recibir “ayuda”. Si los gobiernos no ordenan el confinamiento, el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial les cierran el grifo. No hay dinero, no hay regalos, ni ONG, ni centros de salud costeados por fundaciones caritativas.
No han conseguido de ninguna de las maneras inflar las cifras de “brotes”, a pesar de que la población nunca ha llevado mascarillas, ni se ha confinado porque es materialmente imposible. No hay ERTE para dar de comer a los que se quedan en sus casas.
El viernes hubo una reunión de la Sociedad Americana de Medicina Tropical e Higiene en la que se pudieron escuchar toda clase de absurdos en boca de los “expertos”. Devi Sridhar, catedrático de salud pública mundial de la Universidad de Edimburgo, dijo que no se ha dado a los dirigentes africanos el crédito que merecen por haber actuado con rapidez, y citó la decisión de Malí de cerrar sus fronteras incluso antes de la llegada de la pandemia. A causa del yihadismo, las fronteras de Mali llevan cerradas 10 años, pero no se le pueden poner puertas al campo, y menos al desierto, donde los nómadas viajan de un lado a otro sin que nadie se lo pueda impedir.
Los “expertos” no dicen más que bobadas porque no pueden decir otra cosa.
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Más información: — También en África lo que ha causado estragos en la población ha sido el confinamiento y no el coronavirus — El ‘doctor confinamiento’ dimite por romper el confinamiento para echar una canita al aire — Bill Gates financió el diseño del modelo epidemiológico fraudulento de coronavirus utilizado en Gran Bretaña y Estados Unidos
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El número de muertes por los efectos adversos de las vacuna sigue aumentando al sur de la península de Corea.
En septiembre la hija de Joo-Hwan Noh, de 20 años de edad, se había quejado a su padre de que le dolía el pecho tras recibir la vacuna de Moderna. Seis días más tarde, su pulso cayó repentinamente, y finalmente murió tras ser ingresada en el hospital.
Otra persona presente en el acto fue Lee Mi-Joo, que el mes pasado perdió a su hija de 25 años sólo cuatro días después de recibir la segunda dosis de la vacuna. “Hoy estoy aquí manifestándome por mi hija. Espero conocer aquí a gente con la que pueda hacerme amiga para llorar el sufrimiento de nuestros seres queridos”.
Las familias en duelo gritaban “¡Reconozcan las causas!”, en referencia a la falta de admisión por parte del gobierno de que las vacunas están causando estas muertes repentinas.
La ceremonia se produjo justo un día después de que los familiares de las víctimas de las vacunas se enfrentaran a la directora de los CDC de Corea del Sur, Jeong Eun-Kyung, bloqueando su coche y exigiendo respuestas al organismo.
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Merkel dijo a los funcionarios de la CDU en una reunión de hoy que la situación es "muy dramática" y advirtió que los hospitales pronto se verían desbordados a menos que se rompa la cuarta ola del virus, según un informe publicado por la agencia Bloomberg.
La canciller saliente advirtió que muchos alemanes "no parecen comprender la gravedad de la crisis", ya que los casos se han disparado en Europa.
Mientras tanto, el ministro de Salud, Jens Spahn, advirtió que la mayoría de los alemanes serán "vacunados, curados o muertos" por COVID en sólo unos meses, según Agence France-Presse, insinuando un posible mandato de vacunación obligatoria, y sobre todo, recuperando la sobreactuación previa a los confinamientos del año 2020.
"Probablemente para fines de este invierno, como a veces se dice cínicamente, casi todos en Alemania estarán vacunados, curados o muertos" , dijo Spahn, culpando a "la muy contagiosa variante Delta".
"Por eso recomendamos con tanta urgencia la vacunación", añadió.
Como muchos han señalado, muchos miembros de la UE, incluida su vecina Austria, han endurecido las restricciones en medio de lo que muchos describen como una "cuarta ola" de infecciones.
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"Si estás en mi contra, ¡estás en contra de la ciencia!"
Esta frase, atribuida al Fernando Simón norteamericano Anthony Fauci, refleja a la perfección el dogma de fe que hay que ejercer para aceptar el relato oficial de los acontecimientos. Hay que partir que lo que es o no es "ciencia" no ha sido nunca algo pacífico, y ha sido objeto de intensos debates, puesto que a medida que surgen los nuevos descubrimientos, es evidente que dejan a un lado a la "vieja ciencia" para dar paso a la "nueva ciencia".
Ahora bien, y apuntando a que existen recursos más que suficientes como para comprobar que algo no anda bien en el relato oficial, existe en España una cierta unanimidad en etiquetar como un peligro a quien cuestione ese relato, y todo porque probablemente la "ciencia" se ha convertido realmente más en una religión que en un esfuerzo sistemático (y por su naturaleza, controvertido) para descubrir la dialéctica natural. Las religiones son precisamente eso, un dogma de fe, lo que significa que tienen reglas que no deben cuestionarse.
Una autoridad invisible como Dios, y sus representantes en la tierra, han establecido históricamente las reglas de conducta de una sociedad, normalmente al servicio de un ideal y de un orden social; paradójicamente estamos viviendo una muerte de la religión católica -aquella que dice que solo Dios puede dar o quitar la vida- para dar lugar a otro dogma de fe que permite a una corporación farmacéutica hacer exactamente lo mismo.
La magia de la pandemia Y lo cierto es que la llamada "pandemia" ha sido una especie de palabra mágica que, como la brujería o las mujeres pelirrojas de la Edad Media, permiten establecer patrones de conducta de eficacia excepcional para una ordenada transferencia de rentas, cada día mayor, del trabajo al capital: cuestionar la versión oficial puede llevar a cualquiera a la hoguera, porque el coronavirus se ha convertido en un demonio supersticioso que puede ser liberado sobre cualquiera que cuestione su poder y autoridad.
La palabra “ciencia” es ahora sagrada en el mundo moderno, y lo ha sido durante bastante tiempo. La tecnología, la medicina, la ingeniería se han vuelto tan complejas que pocas personas conocen sus entrañas y, por tanto, para el profano, todo esto tiene un áurea realmente mágica. Se necesita un verdadero "científico" para conocer los secretos más íntimos de la ciencia, al igual que se necesita un "hacker" para hacer "milagros" informáticos que nunca existen.
Como ocurría en el Antigo Egipto respecto al control de la climatología que tenían los sacerdotes -se ha hablado mucho de su poder político derivado de su conocimiento de los astros-, ciertamente hemos llegado a pensar que sólo los sacerdotes de la ciencia pueden comprender la ciencia. Las frases pronunciadas por aquellas personas que todavía escuchan su sentido común, como "haz tu propia investigación", para el adorador de la ciencia, se han convertido en el mantra del imbécil, el idiota que no confía en el "Dios de la ciencia" y que a día de hoy es el mejor equivalente del hereje.
Es obvio que el mero sentido común no suple el cabal conocimiento de los procesos biológicos, pero cuando detrás de una supuesta pandemia unos ganan mucho y la mayoría lo pierde todo, ¿no es el momento de hacerse preguntas?.
Parece que en el clima actual, la mayoría de la gente no se las hace, y prefiere los imperativos, llegando a aceptar incluso que nuestras vidas queden en manos de una fórmula patentada que, naturalmente, tenemos que hacer malabares para conocer su composición y sus consecuencias en nuestros cuerpos.
El sacerdocio pandémico
Ahora bien, el problema no es la ciencia, el problema son las personas que dicen conocer y monopolizar la ciencia, los nuevos sacerdotes. Y las masas no son lo suficientemente cultivadas para distinguir lo que es bueno y lo que no. Estaría bien hacer algo de memoria y recordar que esa fórmula de "sólo los técnicos conocen la técnica" se aplicó también en 2008, aquella vez para justificar el drástico avance del capitalismo, cuando el Dios de aquella época eran "los mercados".
La superstición es normalmente una consecuencia directa de la religión. Si aceptamos que la ciencia es ahora una religión, la respuesta a esta nueva religión es en gran medida supersticiosa, como lo es "la vacuna", superstición que hay que mantener viva mediante "dosis de recuerdo". Dado que ahora la ciencia puede crearse y justificarse simplemente a través de la palabra de un puñado de figuras autorizadas, entonces la creencia en ella (dado que la nueva ciencia no tiene que justificarse mediante la experimentación, la documentación y el debate entre científicos) es entonces superstición.
Y hay bastantes ejemplos que han desafiado de manera evidente cualquier clase de lógica. Desde el distanciamiento de mesas en las terrazas de los bares hasta la segregación de los no vacunados para evitar que los vacunados se infecten (que, según su propio relato, se infectan igualmente), o incluso vacunar a los niños de 5 años para prevenir una enfermedad que nadie de 5 años contrae, según sus propias "investigaciones".
Ninguno de estos ejemplos tiene una base científica y la mayoría son auténticos disparates, pero como los sacerdotes de la nueva ciencia nos han "dicho" que estas cosas se basan en la investigación y la experimentación científicas, hay que creérselo.
La definición de "superstición" puede ser "una creencia generalizada pero injustificada en la causalidad sobrenatural". Esa "causalidad sobrenatural" son las suposiciones irracionales y vacías que la gente parece pensar que son "causas naturales". Y para ello bastaría con preguntar a un seguidor de esta nueva religión que expliquen por qué una persona vacunada necesita protección contra una persona no vacunada (todo ello en nuestro esfuerzo racional por descubrir la "causalidad natural" de una suposición "científica"), para ver que aquél que ose hacer dicha pregunta será tildado, probablemente, de hereje.
Todo esto es realmente una manifestación del problema fundamental: la mayor parte del llamado mundo occidental está sufriendo una psicosis masiva similar a una secta. Y decimos "mundo occidental" porque se trata en exclusiva de una psicosis del llamado "mundo desarrollado". En África o Asia, la llamada "pandemia" forma parte de las políticas oficiales pero sus poblaciones apenas han notado diferencias: quien era pobre lo sigue siendo, y la supervivencia no ha dejado de ser el día a día de millones de personas.
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Es la misma facilidad con la que estigmatizan a los chivos expiatorios, apropiándose además de la ciencia como los emperadores se apropiaban y saqueaban aquello que se ponía a su alcance.
Parecía que el recuento de fuerzas entre unos y otros lo iba a marcar la vacunación, pero al final su victoria les está pareciendo pírrica y quieren forzar la máquina expidiendo pasaportes. Quieren que todos se vacunen “voluntariamente”, por lo civil o por lo militar, haciendo la vida imposible a los recalcitrantes. Esta es una guerra que, como ha dicho el ministro alemán de Sanidad, no conoce prisioneros: o vacunados o muertos.
Es bastante fácil de enteder, incluso para los más sumisos: una persona que sobreviva sin vacunar a una pandemia que ha durado dos años, se convierte en un testigo del cretinismo de la mayoría.
El mensaje más extendido es que el pequeño número de los que no se vacunan son responsables del gran fracaso, a saber, los continuos “brotes” y “olas”. Los más idiotas hablan de una “pandemia de no vacunados” y aunque la revista médica The Lancet ha criticado este tipo de concepciones absurdas (*), suponemos que, una vez más, la ciencia de verdad no estará en las portadas de las cadenas de televisión, ni tampoco en las redes sociales.
En estos casos es impresicindible lograr que todos miren hacia otro lado para poder seguir baboseando, como Pablo Iglesias, acerca de la vacunación obligatoria, porque, en efecto, la ciencia son ellos y la sanidad pública también. The Lancet sale a paso de la afirmación de que “los no vacunados amenazan a los vacunados”, como si la ciencia tuviera que ponerse a rebatir ese tipo de imbecilidades propias de la barra de un bar. La cuestión es que los clientes de los bares las repiten porque las han escuchado en la televisión de la boca de altos cargos apoltronados.
“Cada vez hay más pruebas de que los individuos vacunados siguen teniendo un papel relevante en la transmisión”, dice The Lancet, añadiendo que tienen “una alta carga viral”. Si en lugar de sentarse frente al televisor, los sumisos leyeran la prensa científica de vez en cuando, se preguntarían para qué se han inyectado en vena una sustancia cuya composición ignoran.
En Alemania más de la mitad de los “casos sintomáticos” en pacientes de 60 años o más corresponden a personas totalmente vacunadas “y esta proporción aumenta cada semana”, asegura The Lancet. En consecuencia, los vacunados “siguen siendo una parte relevante de la pandemia”. “Hago un llamamiento a los funcionarios de alto nivel y a los científicos para que dejen de estigmatizar de forma inadecuada a las personas no vacunadas, entre las que se encuentran nuestros pacientes, colegas y otros conciudadanos, y para que hagan un esfuerzo adicional para unir a la sociedad”, concluye la revista médica.
Peor ya verán Ustedes que este llamamiento de la ciencia caerá en saco roto, porque se ha abierto la veda contra los recalcitrantes. No hay nada peor que dar un megáfono a un cordero que se encamina hacia el matadero por su propia voluntad.