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28 de Diciembre de 2021 

Facebook ha admitido, por fin, su verdadero papel censor: eso que presentan como “verificación de hechos” es una caza de brujas de opiniones divergentes (1).


El periodista John Stossel presentó una demanda judicial para demostrar que la supuesta lucha contra la “desinformación” de los monopolios tecnológicos es una farsa (2). Publicó dos vídeos en los que abordaba el cambio climático. Ninguno de los dos cuestionaba la realidad del cambio climático, sino que cada uno de ellos abordaba otras cuestiones conexas, como la gestión forestal y el uso de la tecnología para adaptarse.


Sin embargo, los sicarios de Facebook, llamados Science Feedback, los calificaron de “falsos” o, como dicen ahora, “faltos de contexto” porque no les gustó el “tono”.


Esto demuestra que en asuntos como el cambio climático no basta con repetir sólo una parte; hay que insistir en todo el repertorio clásico de temas ligados a la cuestión central para no dejar lugar a dudas: es la peor catástrofe de la historia de la humanidad, hay que gastar billones para combatirlo...


Sólo por eso, Facebook prohíbe o margina algunos reportajes, privándoles de lectores. Pero cuando le demandan, Facebook se encoge de hombres y dice “¡No hemos sido nosotros!” Ellos subcontratan la censura a sicarios como Science Feedback, que deben cobrar por cada hereje al que llevan a la hoguera.


Facebook califica a este tipo de mercenarios, estilo Newtral y Maldita, de “verificadores independientes” porque venden la burra muy barata. Al mejor postor.


El New York Post se ha encontrado con el mismo problema varias veces. En febrero del año pasado publicaron un artículo preguntando si el coronavirus se había escapado desde el laboratorio de Wuhan. La información fue calificada de falsa por los censores de Facebook.


Los verificadores, dice el New York Post, se basan en un grupo reducido de “expertos” interesados en rechazar ciertas teorías, incluyendo EcoHealth, que financió el funcionamiento del laboratorio de Wuhan. Por lo tanto, si la fuga del virus fuera cierta, serían responsables de los daños causados y estarían obligados a indemnizar.


Cuando Twitter bloqueó los informes del New York Post asegurando que el ordenador de Hunter Biden era un “equipo pirateado”, no se basó en nada. Sólo era una excusa para que la reputación de la familia presidencial, padre e hijo, permaneciera inmaculada y, con ella, el partido demócrata al que Twitter sirve.


La “verificación de hechos” se ha convertido en un negocio, otro más, propicio para trepas y vendidos de todos los pelajes. Está financiada por magnates oscuros, como George Soros, con la apariencia de ONG y al servicio de los monopolios tecnológicos y, por supuesto, del discurso dominante.







La mentira florece, hasta que la verdad APARECE.





Nadie sobre DIOS.

Todos bajo DIOS.

mi mamita BELLA A SUS 93 AÑOS

Razon de vivir mi vida

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